Sunday, November 8, 2015

El día en que Peters redactó el hábeas corpus en papel higiénico

Apenas el abogado Reynaldo Peters ingresó a la celda "El Tropezón”, empezó rápidamente a pensar en cómo recuperar su libertad. En medio de la oscuridad y junto a más de 15 presos políticos capturados en la dictadura de Hugo Banzer Suárez, allá por 1972, el hombre, entonces de 24 años, ideó redactar un hábeas corpus en un pedazo de papel higiénico.

"Lo primero que piensa un hombre cuando pierde su libertad es en recuperarla”, dice hoy Peters, quien después de más de 40 años de su detención aún recuerda cada detalle de cómo ideó y escribió este recurso jurídico en la fragilidad de un pedazo de papel higiénico. Hace dos semanas, este documento ingresó al registro de Memoria del Mundo de América Latina y el Caribe, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco).
En 1972, Peters fue detenido porque era jefe de la avanzada universitaria y porque firmó, junto a otros líderes del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), un documento que criticaba el pacto que hizo su partido con Banzer.
El día que ingresó a la celda "El Tropezón”, el joven abogado buscó una ventana o una reja abierta para escapar. Sin embargo, luego de unas horas, se dio cuenta que era imposible, pero nunca se dio por vencido. "Estábamos presos en un cuarto muy pequeño”, recuerda.
De rato en rato, el joven miraba y escuchaba los murmullos de los otros presos políticos encerrados en un patio, ubicado a unos pasos de su celda. "Era difícil pensar en fugarse, pero yo seguía pensando en la libertad”, dice.
Peters ya llevaba más de 12 días encerrado e incomunicado. Sentía que moría poco a poco en la celda, pero nunca se dio por vencido. En su decimotercer día en prisión, el abogado se enteró que su familia le iba a llevar un cambio de ropa. "Estaba con la misma ropa desde el primer día de mi detención. Algunas noches teníamos la oportunidad de lavar los calcetines y la ropa interior”, comenta.
Cuando Peters recibió la noticia de que le dejarían ropa limpia, pensó en comunicarse con sus familiares para que sepan que estaba prisionero en ese lugar. "Había mucha desinformación. Muchas veces los familiares llevaban ropa o algunos alimentos a un preso político a un determinado lugar, pero la persona que buscaban no estaba en ese lugar”, cuenta.
Sin pensarlo dos veces, Peters decidió escribir el hábeas corpus en el pedazo de papel higiénico que le correspondía. A diario dotaban a su celda un rollo de ese papel, y los presos se lo repartían entre todos.
Al principio, la idea del abogado fue criticada por sus compañeros de celda. "Me decían que yo estaba loco, que no iba a ser posible, que no me iban aceptar y que me iban a rechazar”, dice.
Pero, el abogado tenía la convicción de salir en libertad y siguió adelante. "Mis compañeros me decían que no podría sacar el hábeas corpus de la celda, pero soy una persona que cree mucho en la Virgen del Socavón, y me encomendé a ella”, asegura.
El día que Peters sujetó el papel higiénico para redactar el recurso jurídico se dio cuenta que no tenía un bolígrafo o un lápiz para escribir.
Antes de ingresar en la celda, los policías le quitaron al jurista el lapicero, el cinturón y los cordones de sus zapatos. "No tenía con qué escribir, pero en una esquina de la celda encontré un repuesto de una puntabola seca, de esas antiguas de tinta seca. Era un repuesto totalmente seco”, recuerda. Sin embargo, el hecho de encontrar ese antiguo bolígrafo con tinta seca, parecía un milagro, una señal divina para seguir adelante.


Decidido y con la ayuda de una vela, Peters logró derretir la tinta dentro de una pequeña tapa de crema de betún para zapatos que usaban como cenicero.
Luego, una vez derretida la tinta del bolígrafo, el prisionero usó un palito de fósforo y creó su propia pluma fuente. Después, sin perder más tiempo, empezó a escribir el hábeas corpus.
El joven redactó el recurso en las noches, cuando los guardias apagaban las luces. "Fue a la luz de la vela que escribí el hábeas corpus. Mis compañeros tapaban la reja que daba al patio de tal manera que me avisaban cuando los agentes se acercaban al lugar”, cuenta.
Y es que Peters había contagiado el sueño de libertad a sus compañeros. "Ellos me hacían una especie de cerco para que yo en el piso escriba el hábeas corpus en papel higiénico”, asegura.
La dirección que puso en el recurso fue el nombre de la celda donde se encontraba, "El Tropezón”, ubicada en la calle Ayacucho esquina Comercio.
Cuando llegó el día esperado, el abogado enrolló el pedazo de papel higiénico en sus medias sucias. Devolvió el maletín en que Rosario Sánchez B., su entonces esposa, le había llevado ropa limpia. En parte del papel, Peters escribió las instrucciones de cómo se debía proceder.
Pidió a su esposa que evitara que se lo quiten, que lo llevara a los tribunales y que peleara porque se lo acepten. Eso fue lo que hizo Rosario. El recurso fue aceptado, aunque el régimen hizo todo para que no procediera. Peters cuenta que se defenestró a los magistrados que le dieron curso, y que el tiempo de su tramitación duró más de lo debido (al menos cuatro meses) hasta que un auto supremo de la Corte Suprema de Justicia lo rechazó. No obstante, el menoscabo hacia el régimen estaba consumado. Después de que la prensa difundiera la noticia, se comenzó a hablar de los presos políticos y de las torturas.
Con esa acción salieron muchas personas que estaban en esa condición, porque "mucha gente se fue colgando de ese humilde papel para conseguir libertad”, comenta el abogado.
Pero Peters fue el último en salir libre. "Yo había hecho el hábeas corpus y tenía que ser castigado. El castigo del régimen fue poner a muchos compañeros en libertad antes que a mí”, dice.

Peters estuvo encerrado en la celda "El Tropezón” durante casi medio mes. En el decimoquinto día, salió la primera nota periodística sobre el hábeas corpus en papel higiénico. El reportaje fue publicado en el entonces diario Última Hora.
Tras la publicación, Peters fue sacado de la celda "El Tropezón” y fue llevado al Ministerio del Interior en un jepp. "Estaba totalmente enmanillado, tenía esposas en los tobillos y las manos”, recuerda.
Entonces, al salir del jepp, Peters perdió el equilibrio, pero el guardia pensó que el abogado quería saltar y escapar. "Fue en ese momento en que el guardia me pegó el culatazo en la nuca que me hizo saltar las retinas”, cuenta, ya que por culpa de ese golpe casi ha perdido el sentido de la vista.
Luego, lo llevaron a un lugar desconocido y le echaron agua para que pudiera despertar. Entonces, se dio cuenta que estaba en el bosquecillo de Pura Pura y en el lugar lo ataron en un árbol con la intención de fusilarlo. "Prepararon sus armas y dispararon. Pensé que me dispararon y que ya estaba muerto. Luego, escuché sus risas y me amenazaron que la próxima vez me matarían de verdad”, dice. Luego, Peters fue encerrado en una celda en Viacha. Desde 1972 hasta el momento en que se recuperó la democracia en Bolivia, el abogado fue detenido en varias ocasiones.
"Recordar es muy doloroso, pero no guardo rencor. Pienso que cuando uno lucha por sus ideales tiene que estar dispuesto a sufrir todo tipo de cosas, esa es la vida de un político”, dice.

"Hábeas corpus en papel higiénico es un emblema de la democracia”

¿Qué significa para usted que la Unesco haya declarado Memoria del Mundo al hábeas corpus en papel higiénico?
El hábeas corpus en papel higiénico nos dice que el hombre lo último que tiene que perder es su libertad, y que tiene que luchar por cualquier medio y cualquier circunstancia por la libertad.
Este documento es una muestra de la lucha por la recuperación y por la instauración de la democracia. Entonces, es una bandera de lucha, es el papel higiénico frente a la metralla asesina, es un papel higiénico frente a los dictadores. Por esa razón, este reconocimiento es muy importante.
¿Alguna vez usted ha pensado que este recurso tendría tanta repercusión?
No, indudablemente que no. Lo que yo pensaba en el momento que yo escribía el hábeas corpus en papel higiénico era en recuperar mi libertad. Yo quería recuperar mi libertad, es un valor por el que siempre he luchado. Nunca he pensado que este documento cobre tanta notoriedad en esos años y ahora. El hábeas corpus no solamente ha logrado mi libertad; gracias a este documento varios compañeros que se encontraban detenidos salieron libres. Nunca he pensado que el documento sería reconocido por colegios de abogados e instituciones internacionales. El hábeas corpus en papel higiénico es un emblema de la democracia y la sociedad.

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